Coco
Coco Chanel representa una de esas personalidades fascinantes que ha dado el siglo XX, un período de agitación cósmica en el que el ser humano llegó a tomar terrible conciencia de su (posible) lugar en el mundo.
Ambiciosa y visionaria, ella ha sido responsable directa de la ruptura drástica con la elegancia fría e inalcanzable de la Belle Époque, creando unas líneas de diseño sencillas e informales de una modernidad sin precedentes, y que de alguna forma empoderaron a la mujer en su lucha por la emancipación frente a una sociedad aún dominada por valores que poco tenían que ver ya con la realidad del momento.
Esta pieza homenajea su figura, destacando mediante la armonía de sus formas una sofisticada elegancia y una sinuosa feminidad que no oculta su querencia hacia ciertos placeres de la vida. Su acabado en las patas con tratamiento de pan de oro y el tapizado en terciopelo ensalzan la belleza del conjunto, a la vez que juega, claro que sí, con los abrumados sentidos de quien observa.
Este proyecto de Barbosa rompe el arcaico diálogo de la industria del mueble representada mediante un severo estilo fotográfico alejado de la voluptuosidad dionisíaca de la decoración, y no oculta, sino que en todo caso muestra, sus aspiraciones a convertirse en poesía viviente, intuitiva y carnal, que respira y siente y se divierte con aquellos mitos de una Europa ya mayor, pero cuyos fantasmas aún pisan con alegre ligereza las baldosas de un viejo salón de baile, en medio de una atmósfera en la que “los murmullos y las risas adornaban la sobria elegancia de sus reuniones…”
Más champán, mon amour, más champán.