Blanco Satén

Blanco Satén nace como un sentido homenaje a las virtudes más excelsas del hombre. El gran arte, concebido aquí como la actividad más genuinamente humana, impregna cada detalle del espacio, en donde la poesía versa comprometida con la literatura, mientras la música se convierte en paradigma totalitario, orbitando en plácida armonía con otra expresión tan esencial como es la gastronomía.

La música, algo sin lo que “la vida sería un error” para Nietzsche, es la gran inspiración del diseño y casi cualquier rincón del local comprende detalles relacionados con esta expresión artística. Así, las paredes representan pentagramas en los que discurre el solfeo, o los muros alternan el blanco y el negro, como si se trataran de los comienzos y paradas de una polifonía, o el techo, que alude a las vibraciones del sonido, obteniendo así un espacio único, que contribuye, además, a mejorar las aptitudes acústicas, eliminando reverberaciones, gracias a sus parámetros verticales en blanco acolchado. Un sinnúmero de guiños musicales de esta clase impregnan el espacio y sin duda sorprenderán gratamente al público.

En Blanco Satén no hay lugar para la improvisación, y se muestra orgulloso por ello. Los elementos se integran majestuosamente en una composición espacial tan ambiciosa como una obra sinfónica. El orden, la elegancia y el equilibrio de las formas contribuye a que la degustación de un plato termine significando toda una experiencia sensorial totalizadora.

La búsqueda, atrevida y sin complejos, de lo sublime, lo sensorial y lo dionisíaco, es la razón de ser de esta experiencia única que no dejará indiferente a ningún visitante.